Capítulo 2

 Capítulo 2: El prepósito de Javier

El convento de San Javier pasó de ser un espléndido edificio a un montón de escombros, al igual que la ciudad. Sin embargo, no existe suficiente información para describir lo que aconteció con aquel lugar. Lo mismo sucedió con el colegio de San Javier, aunque, gracias a la intervención del general Lucas de Galvéz, se lograron rescatar algunos restos del colegio. Debido a la falta de documentación, no se pueden explicar con precisión ciertos sucesos. Resulta sorprendente que ciertos edificios aún permanezcan de pie como el palacio de El Jesús y el palacio del Congreso.

Dentro del colegio de San Javier, en el misterioso dormitorio del padre prepósito parece ocultarse una imprenta. Mientras trabajaba con otros acompañantes, leen algunos pergaminos que luego queman hasta hacerlos cenizas. Esta imprenta clandestina está reservada para situaciones críticas, y deben mantenerla en secreto con el fin de no poner en peligro su seguridad.

Mientras esto ocurre, el dean llega al colegio en busca del consejo del jesuita sobre un asunto con relacionado el Santo Oficio. La conversación genera un ambiente tenso entre el deán y el prepósito de los jesuitas. La razón de la llegada del deán es una carta enviada desde Madrid, cuyo tema emergente es la “hija del judío”, donde el obispo ya había dado instrucciones secretas.

La sorpresa es que el prepósito ya estaba enterado de la carta. La situación se vuelve aún más delicada debido a que el prepósito admite poseer una copia de la carta. Se despierta una preocupación en el deán respecto a la influencia y poder que pueda ejercer el jesuita. La conversación gira en torno a la copia de la carta, en donde el asunto parece tener implicaciones graves. El jesuita maneja aquella situación con ironía y desinterés, evitando proporcionar detalles sobre la carta. El dean considera que el prepósito intenta proteger al involucrado en la carta, pues el jesuita maneja la situación con total indiferencia. Al final el deán ordena la presencia del prepósito en el Palacio por orden del obispo, mientras el jesuita regresa a sus actividades con una actitud serena a pesar de la cita impuesta.